RESACA: Copas a tres euros y medio (garrafón) +ejercicios no
acostumbrados (baile y/o sexo) + dormir poco y mal = resacón de la muerte.
La mañana del sábado se presenta así, ahogada por la resaca de una noche de fiesta de las que dejan la boca pastosa, las sábanas pegadas a la piel y un par de rasguños en la cara que no sabes quién te hizo. Con suerte estos síntomas no irán acompañados por un: "¿quién es esa/ese/eso que duerme/ronca a mi lado?" Pero la suerte no suele acompañar; más bien te deja tirado en la boca de alguna parada de metro con la lengua de una conocida/unconocido/un algo metida en tu boca, insensibilizada
a estas alturas por tanto whisky Doc (es por no hacer publicidad gratuita).
LA DUCHA: La ducha es tu salvación. Limpia cuerpo y alma (para los no religiosos) o sólo cuerpo (para los religiosos, que tendrán que ir a
confesarse después por sus prácticas pecaminosas). El agua se lleva el
alcohol sudado y refresca los músculos condolidos. Si tienes suerte, tu
compañía nocturna ya se habrá ido de tu casa.
COMER: Al principio no hay ganas. Luego casi que tampoco. El hambre llegará cuando menos te lo esperes, normalmente cuando ya estés en el curro, hablando con algún cliente.
TRABAJAR: Llegar será todo un logro. Sentarse, un premio. Hablar
coherentemente, un milagro. Es probable que te encuentres con alguien a quien insultaste estando borracho/a, a quien metiste mano sin permiso,o a aquel/aquella/aquello con lo que dormiste y algo más. Será un momento dífícil, sobre todo si no te acuerdas de su nombre...o simplemente si no te acuerdas. Al final de la tarde empezarás a recuperar las fuerzas, el habla, la flexibilidad en las articulaciones y las ganas de irte
a dormir.
Con suerte, esta noche la cama será toda para ti.